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Franco Battiato

Hace casi un mes, el pasado 18 de Mayo del 21, falleció Franco Battiato. Saltaba a los medios que nos dejaba en su casa en Milo, a los 76 años, por causas de una enfermedad que no quiso desvelar. Leía la noticia en los principales diarios digitales y no daba crédito. ¡Se ha ido Battiato!

Desde mi más temprana niñez vengo escuchando música del maestro Franco Battiato. A mi padre le encantaba, y por los años 80 nos ponía sus canciones con frecuencia. Son incontables las veces que pusimos sus discos en aquella época, sobre todo Ecos de danzas sufi y Nómadas. Cuando el tiempo dió paso a la adolescencia, mi hermano y yo nos entreteníamos aún más sumergiéndonos en canciones que nos transportaban, y aún hoy nos transportan.

Como es natural, a las canciones que más les he dado son a las que están en español.

¿Qué son los ángulos de la tranquilidad? ¿Qué es la dimensión insondable? Todo ello mezclado con el tono más íntimo y preciosista: «la lluvia de septiembre despierta el vacío de mi cuarto«. Si hay más talento, aquí no cabe.

«Si pienso en cómo he malgastado yo mi tiempo, que no volverá, no regresará más», o«tuvimos tantas ocasiones, perdiéndolas; no las llores hoy, no las llores hoy más» en la magnífica La Estación de los Amores. El maestro no era una persona que viviera de melancolías, y nos animaba con versos como «los deseos no envejecen a pesar de la edad» o «le queda un nuevo entusiasmo por latir al corazón y otra posibilidad de conocerse«.

«¿Quién soy yo? ¿Dónde estoy cuando estoy fuera de mi? ¿De donde vengo? ¿Dime donde voy?» se preguntaba, como sumergido en un estado más allá de la concsciencia. Mientras su cuerpo está en un lugar, su mente volaba a otros lugares. ¿Recuerdos? ¿Sueños? «Estoy tan solo, y ella tan lejos. Cuando la veas, dile que la quiero«.

De algún modo, toda esa metafísica fue calando. Me veo muy identificado con esa mirada hacia el paisaje interior, la necesidad de protestar y hablar de lo que es y debe ser. Con el tiempo, investigamos también otras producciones anteriores y posteriores, que ya no estaban en español. De ahí nos viene el gusto por el Italiano y el chapurreo.

Durante varias ocasiones he intentado ir, sin éxito, a concieros suyos. El último, allá por el 2013, cuando vino a Madrid. Es una lástima.

Sin embargo, siempre nos seguirá quedando el legado de su extensa obra y sus enseñanzas. Sus letras siguen siendo un refugio seguro al que volver para tomar perspectiva y reinterpretar cualquier situación. Esa atmósfera que son capaces de crear con su tono y sus palabras te ayudan a crecer.

Descansa en Paz, maestro. Gracias por tanto

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